Vacío

Aquel whisky barato acabó por rematarlo cuando aún le quedaban muchos amaneceres por ver.

A la pata coja vio pasar frente a sus ojos los borrones de los que se había compuesto su vida.

—Pobre infeliz. Se ha topado con la muerte sin siquiera haber vivido un solo día de su vida —le dijo una voz desde los más profundo de su oscuridad.

—¿Qué? ¿Por qué? —respondió desde algún lugar de camino hacia ninguna parte, donde su alma había sido condenada a pasar la eternidad.

—Porque ninguno de los besos que diste fueron de verdad. Porque de todas las promesas que hiciste no cumpliste ni la mitad. Porque tus sonrisas forzadas siquiera valían ni para la foto del carnet. Porque pensando en el futuro, te olvidaste del presente. Porque decir te quiero a través de una pantalla solo es una falsedad más. Porque todo lo que has hecho en tu triste vida no ha sido más que decorar la fachada de un edificio en ruinas.

—Pero, ¿qué va a ser de mí?

—Jamás hallarás descanso —respondió aquella voz que sonaba cada vez más lejana.

—¿Qué? No entiendo nada. ¿Qué me va a pasar? ¿A dónde voy?

Pero no oyó respuesta alguna, más que el eco de su temerosa voz resonando en el oscuro e infinito vació.