Cualquier cosa puede ser arte
Creo que fue mientras pintaba este cuadro (que, por cierto, ya va siendo hora de que lo termine, que llevo dos años con él). Yo estaba en la cocina, mezclando colores y aplicándolos sobre la tabla concienzudamente. Mi madre acababa de llegar del trabajo. Se acercó a ver lo que pintaba y en un intento de soltar un cumplido, va y me dice (aun siendo consciente que el cuadro está inacabado): «Chica, pues qué quieres que te diga, pero a mí casi me gusta más la paleta que el propio cuadro. Tiene más color, más vida y las formas que se crean son muy bonitas». Entonces es cuando una roca de 850 kg surge de la nada y cae sobre mi autoestima haciéndola pedazos. A la mierda. Y lo gracioso es que tiene razón, la paleta quedó bonita. Lástima que solo duró hasta la siguiente sesión de pintura. Por suerte, siempre quedará la fotografía y su poder de inmortalizar todo aquello que se ponga a tiro. Así que aquí tenéis mi pequeña e inesperada pieza artística. Cualquier cosa puede ser arte. El arte y la belleza están hasta en los lugares más insospechados.