Crónica de peste, sudor y gloria
Llego a casa a las 20:50, toda roja y chorreando de sudor. Doy miedo. Salgo al balcón, me quito las zapatillas y empiezo a estirar. Mi madre me mira perpleja, no entiende nada. Me pregunta: «¿Por qué haces eso? ¿Por qué corres?». ¿Que por qué?